La tarde de sábado el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires se dejó crecer el flequillo y se puso zapatillas de lona para recibir a una de las mejores bandas del rock nacional (sino la mejor): La Renga.
En el Oscar Galvez, miles, miles y miles de personas enardecieron sólo con escuchar los primeros acordes de la guitara de Chizzo. No importaron los desperfectos técnicos (léase: los inadaptados de siempre trepados a las torres de sonido contribuyeron a los desperfectos) ni las intermitencias que estos ocasionaron en el show.
Hubo cantitos para Soda Stereo y hasta una frase de Chizzo "la soda no calmó la sed" pero lo más importante es que la tarde del sábado, el autódromo fumó porro e hizo de la caída del sol una verdadera fiesta a puro rock and roll.
En el Oscar Galvez, miles, miles y miles de personas enardecieron sólo con escuchar los primeros acordes de la guitara de Chizzo. No importaron los desperfectos técnicos (léase: los inadaptados de siempre trepados a las torres de sonido contribuyeron a los desperfectos) ni las intermitencias que estos ocasionaron en el show.
Hubo cantitos para Soda Stereo y hasta una frase de Chizzo "la soda no calmó la sed" pero lo más importante es que la tarde del sábado, el autódromo fumó porro e hizo de la caída del sol una verdadera fiesta a puro rock and roll.
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