jueves, 23 de junio de 2011

El día que River jugó la promoción

Desesperación, desazón, nervios, amargura, miedo. Era lo que las caras de los jugadores de River e incluso la de su técnico trasmitían.
Un inocente penal cometido por Román y bien ejecutado por Mansanelli, hacía que Belgrano obtuviera un triunfo parcial y hacía pensar a la familia de River que mantener la categoría no sería algo tan sencillo.
El Pirata cordobés salió a jugar, a merecer el ascenso, a atacar. River, salió a defenderse y jugar de contra. Durante los primeros 45 minutos los roles estaban invertidos: el equipo que defendía 110 años de historia de primera jugaba mal, caía en la desesperación y el equipo “chico” que peleó todo un torneo por un lugar en la promoción desplegaba juego.
En la segunda mitad, otro gol de Belgrano (Pereira) terminaba de golpear a los jugadores millonarios y también a sus hinchas que irrumpían en el campo de juego. Veinte minutos fueron los que se detuvo el partido por los violentos que ingresaron a amenazar a los representantes de sus colores. Operativo de seguridad mediante y garantías ofrecidas por la policía el partido continuó o, tal vez, comenzó uno nuevo. El nivel de juego del club de Nuñez mejoró, tuvo mayor manejo de pelota y alguna situación de gol, pero no le alcanzó.
Para el partido de vuelta, River sufrirá las bajas de Almeida, Román y Ferrari. Debe lograr por lo menos dos goles o ganar por una diferencia de dos en caso que Belgrano convierta. Un panorama oscuro para un club que, en mejores épocas, supo ganar todo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Se nos pianta un lagrimón



¿Quién se hubiera imaginado que aquél loco que llegaba de Estudiantes con su raro pelo teñido sei iba a transformar en este titán que hoy admiramos?
Muchos hubieran apostado un auto contra una pila usada a que Palermo no iba a llegar hasta sus 37 años jugando en Boca, siendo ídolo, figura y goleador. Pero los años lo hicieron cada vez más fuerte, jugó cada vez con más ímpetu, empezó a querer la camiseta, a acariciar la gloria y a meterse en cada uno de los corazones xeneixes.
Martín, como cada uno de nosotros le dice, pasó a ser parte de esta familia y nos llena de orgullo. En lo personal, considero que cuando tenga la posibilidad de contarle a mis hijos que más allá de su torpeza con el balón en los pies, hacía goles como quería, de todos lados y que tenía como fuerte los cabezazos, voy a tener una extraña sensación mezcla de felicidad y melancolía. Obviamente que no voy a desmerecer ninguno de todos sus goles: un penal con los dos pies, un cabezazo de treinta y nueve metros de distancia, el famoso gol después de la lesión del cruzado anterior, el gol bajo la lluvia en las eliminatorias, el gol del mundial y los dos inolvidables en la intercontinental. No hace falta mencionar contra qué equipos fueron o quienes fueron los infortunados arqueros que pasarán a la historia por haberlos recibido, todos los hinchas lo recordamos perfectamente y este momento no es para ellos, es solamente para Martín.
Así que voy a resumir agradeciéndole al hombre que supo llevar la camiseta 9 de mi club haciéndonos felices durante tantos años por ser Martín, un verdadero titán y por hacernos emocionar en cada grito. Te vamos a extrañar.